Fue el 8 de marzo de 1857 cuando se llevó a cabo la primera gran manifestación pública de mujeres obreras textiles en la ciudad de Nueva York. Ellas trabajaban en la industria Cotton y se manifestaron ese día demandando mejores condiciones laborales: reducción de la jornada laboral a 10 horas y salario equiparado al de los hombres, entre otros reclamos. Las trabajadoras que se manifestaron fueron brutalmente reprimidas, lo que tuvo como consecuencia que 120 mujeres fallecieran (1)
Diversos movimientos de mujeres organizadas, en diferentes países, comenzaron a surgir y a crecer, todos ellos en el contexto de demandar derechos de igualdad y de mejores condiciones laborales; lo que desembocó en el reconocimiento del voto femenino, así como en el reconocimiento de algunos derechos laborales en los espacios industriales; sin embargo, ello quedó en el contexto de la mujer trabajadora como aquella que desempeña alguna labor dentro de un sistema productivo en el contexto de industria.
Como plantea Mestre (2), la relación de las mujeres y “el trabajo” es una relación que refleja una historia de exclusión, dicha autora abona en la discusión planteando lo siguiente: ” Por eso es importante seguir reflexionando y seguir reivindicando por los derechos de las trabajadoras que somos todas. El trabajo parece ser el elemento más importante de inclusión y definición en las sociedades capitalistas actuales: si no tienes trabajo, no vales nada. Y en parte esto es lo que nos ha pasado a las mujeres mucho tiempo, que como lo que hacemos no se reconoce como trabajo, no valemos nada. En muchos países lo más que se ha conseguido es una ciudadanía laboral en el sentido de que los derechos van asociados al trabajo y esto se ha hecho excluyendo a las mujeres y las actividades que las mujeres realizamos en la mayoría de sociedades, que son actividades de cuidado. Por eso, una de las estrategias feministas que se han desarrollado y es importante creo rescatar hoy ha sido insistir (y reconceptualizar) en que lo que las mujeres hacemos es trabajo; que el trabajo de cuidado es trabajo, que la producción afectivo-sexual es trabajo. “
¿Cuánto debería percibir una mujer por el trabajo en el hogar?
Tomando en cuenta sólo las labores de limpieza y comida, se estima que una empleada doméstica debería recibir 668 pesos por día (ver tabla), sin tomar en cuenta labores de jardinería, formación de hijos, cuidado de adultos mayores, cuidado de familiares enfermos, mantenimiento de la casa, entre otros, que son actividades que realiza la persona encargada del hogar.
Debido a la brecha de género, en SITTAUNAM buscamos incorporar la perspectiva de género en la lucha por mejorar las condiciones laborales del personal académico de la UNAM, ello en un contexto en el que las profesoras y los profesores tengamos representación en los órganos de tomas de decisión en la Universidad. (https://sittaunam19.wordpress.com/por-que-luchamos-por-igualdad-de-genero/). Te invitamos a formar parte de dicha lucha.
¡Por la dignificación del trabajo académico y la democratización de la UNAM!
Referencias
(1) 8 de Marzo Día Internacional de la Mujer http://www.patrimoniocultural.gob.cl/Recursos/Contenidos/Museo%20Hist%C3%B3rico%20Nacional/archivos/8DEMARZOD%C3%8DAINTERNACIONALDELAMUJER.pdf
(2) Ruth Mestre. 8 de marzo, día internacional de la mujer trabajadora que somos todas. Revista Reportes Andinos No. 13 (2005).
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